sábado, 10 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 3

LA CONTABILIDAD COMENTADA

Sucedió, lo que paso a narrar, hace años. Nos contrataron la auditoria de un Colegio Profesional. Llegado el momento de hacerla, comenzamos nuestro trabajo allí. Nuestro único interlocutor era el contable. El Presidente y los miembros de la Junta Directiva estaban en sus temas, pero la contabilidad del Colegio la llevaba un hombre, cercano a los sesenta años, que trabajaba allí desde hacia mucho tiempo. Y con él estuvimos y hablamos durante varios días.

Llevaba la contabilidad a mano. No estaba introducido, todavía, suficientemente el uso del ordenador ni los programas contables. Así que aquel hombre, personaje curioso como pocos, nos fue dejando sus libros de contabilidad: el diario, el mayor, el libro de balances. Lo primero que saltaba a la vista era la pulcritud extrema de sus anotaciones, hechas con una perfecta rotulación. Su letra, grande y redondeada, iba dejando remarcados los inicios de las frases y anotaciones. Una joya de la escritura, sin duda. Ni una mancha, ni un borrón. Era fácil imaginarse a aquel hombre, quizá pocos años antes, con visera y manguitos para su trabajo y una pluma mojando, cada poco, en un tintero.

Tuvimos en nuestro poder varios días su diario. Y ahí comenzaron nuestras sorpresas. Fueron varias y cada vez más llamativas. La primera fue que la mayoría de sus asientos iban acompañados de una descripción, más bien amplia, de la naturaleza de los hechos que lo provocaban. Los nombres de las cuentas se le quedaban pequeños para indicar a qué se debía cada asiento. Y escribía… escribía bastante en cada asiento.

Otra sorpresa fue que en algunos de ellos había breves comentarios entre paréntesis, a continuación del asiento y de su descripción. Podían leerse cosas como:


80.000 Pts     Vehículos     a   Bancos     80.000 Pts

Compra del coche matrícula XXXXXX
( Porque hacía falta ya que se vendió otro más viejo)

      O, en otra ocasión:


                                   5.000  Pts       Gastos       a     Caja           5.000 Pts
Pagos al fontanero D.xxxxxxxxx  que arregló las cañerías del agua
(Teníamos averías frecuentes y le cayó agua a los vecinos de abajo)

Había bastantes de estos comentarios esparcidos por aquel diario, pero nos    esperaban todavía sorpresas mayores.


Y éstas aparecieron cuando encontramos algunos comentarios, más extensos, al pie de algunos asientos de aquel diario. Nada mejor que comenzar transcribiendo algunos de esos comentarios:


Día    xxx   de  xxxxxxx del año 198x


25.000 Pts      Deudores      a      Caja    25.000 Pts

Salida por entrega a D. xxxxxxxxxxxxxxxxx

( Se trata del dinero que le entregué a D.xxxxxxxxxxxxxxxx, que pertenece a la Junta de Gobierno del Colegio. No se para que lo quiere, pero le dije que no podía contabilizar esto así. Me dijo que lo hiciera de todos modos. Así que lo contabilizo porque él me lo mandó)

Se puede imaginar el lector la cara de sorpresa primero y la sonora carcajada, después, que se nos escapó a mi compañero auditor y a mi al leer esto. No podíamos dar crédito. Lo repasamos varias veces. Llamamos al contable para que nos explicase aquello, sus motivos y demás circunstancias. Fue muy poco explícito y nos remitió a al comentario escrito que, por otra parte, era claro y evidente. El bueno del contable, se guardaba bien las espaldas, ante cualquier complicación futura, pensaba él, con aquel comentario escrito en el Diario.

A la vista de esto, nos pusimos a una búsqueda exhaustiva de nuevos comentarios de este calado. Sospechábamos que la afición del contable a dejar sus comentarios por escrito nos llevaría a encontrar otros similares. Y así fue:

Dia xxx de  xxxxxxxxxxx del año 198x

20.000  Ptas     Gastos    a  Caja    20.000 Ptas

Entrega para gastos de viaje de D. xxxxxxxxxx a Madrid, el día xx de xxx

( Entregados a D.xxxxxxxxxxx,  xx  ptas en billetes y  xxx ptas en monedas para su viaje a Madrid, el día citado. Creo que es mucho para ese viaje porque el hotel ya está pagado por la agencia xxxxx y va en su coche. Se le dio y yo contabilizo esto así porque él me lo mandó. También me lo ordenó hacer así el Presidente del Colegio)

Se pueden imaginar lo lectores, sobre todo si son auditores y contables, nuestra cara de asombro ilimitado. ¡Aquel buen hombre tenía el diario regado de comentarios, con toda clase de detalles y siempre cubriéndose sus espaldas y tratando de salvar su responsabilidad! Algo insólito y jamás visto por nosotros.

Naturalmente, hablamos mucho con él, en parte para aclarar muchos temas de aquella auditoria y, también, para conocer mejor al personaje. Era realmente digno de que se narrase su historia completa. Aparte de ser gallego y ejercer de tal, como pudimos comprobar, era un hombre que unía a su meticulosidad en el trabajo, una profunda desconfianza. Creía vivir – quizás con fundamento - sobre arenas movedizas y trataba de protegerse. Realmente, con frecuencia los colegios profesionales son auténticos campos de batalla entre los que llegan y los que se van en las Juntas de Gobierno o en los procesos electorales. Hay muchas luchas intestinas, envidias, politización, camarillas y afanes de escalar a su Presidencia. Aquel hombre estaba ya curtido en mil batallas. Había sufrido un montón de Juntas de Gobierno diferentes, con gentes que llegaron y, al cabo de un tiempo, pasaron, dejando en el camino toda clase de órdenes y de actuaciones. Y aquel contable…en medio de todos. ¿Cómo no iba a ser precavido? Pero, en toda nuestra vida profesional, jamás vimos nada semejante: ¡Una contabilidad comentada! Un libro diario repleto de comentarios nacidos en el día a día. Sacamos –como no, era obligado- algunas copias de los apuntes más llamativos para guardarlos y enseñarlos el día de mañana a nuestros nietos. Por algún rincón, por el momento inaccesible y perdido, de los archivos de mi despacho deben de reposar esas fotocopias. Ahora serían, junto a otras joyas, un pequeño tesoro, reliquia de unos tiempos lamentablemente idos.