sábado, 10 de septiembre de 2011

BREVE INTRODUCCIÓN


Este pequeño libro comprende una serie de sucesos y acontecimientos que le han ido ocurriendo al autor, a lo largo de su vida profesional como auditor de cuentas. La auditoria de cuentas es normalmente algo poco propenso al humor. Tampoco a la sonrisa. El auditor está estereotipado como un personaje serio que, provisto de su cartera o maletín, va persiguiendo todos los errores e irregularidades contables que se le crucen por el camino. En ocasiones, incluso se le ve como un Inspector de Hacienda o una especie de detective. Pero la vida es rica en sucesos imprevistos. Y esto propicia que, en ocasiones, el auditor y el entorno que rodea a su trabajo pueda encontrar o suscitar sonrisas, risas y hasta carcajadas.

Son esas ocasiones  las que, por lo poco frecuente e inesperado, quedan grabadas en la mente de los profesionales. En este caso, en mi propia mente y en mis recuerdos. También otros sucesos que tienen, quizás, un tinte más oscuro y melodramático. Son momentos más penosos y duros que, con el paso del tiempo o vistos desde fuera, pueden hacer aparecer la sonrisa en quienes las conocen o son testigos de ellas. Es semejante al caso común de la caída aparatosa de un adulto, en plena calle o en otro lugar, que pese a su  carácter penoso para el que lo sufre, provoca hilaridad en el entorno de quienes contemplan la escena. Máxime si esa caída se ve adornada con contoneos, bandazos, patinazos y otras escenificaciones similares del pobre mortal que ha tenido la desgracia de  irse al suelo de ese modo.

Pues como la vida es así y el género humano también y, por tanto, esos sucesos se dan y se han dado en mi vida profesional, me ha parecido apropiado sacar a la luz 15 breves relatos de hechos que me han sucedido o he visto en mis largos años de profesional de la auditoria de cuentas. Puede servir, igualmente, como una transmisión de experiencias para mis colegas, especialmente los más jóvenes o novatos en la profesión. Y, de este modo, si logro arrancar, tan sólo, una fugaz sonrisa de sus rostros habrá valido la pena el esfuerzo de poner en marcha mi memoria y hacer esta recopilación.