sábado, 10 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 9

UN GERENTE INGENIERO Y LA CONTABILIDAD

Una de las situaciones más delicadas para un auditor es toparse en su trabajo con un ingeniero, tanto si es el gerente de la empresa auditada, como si ocupa algún puesto que requiere hablar o entrevistarse con él. Posiblemente mi condición personal de Ingeniero T. Industrial, aparte de Economista Auditor, me permite conocer mejor esta situación y adentrarme en ella. En especial, el encuentro con un ingeniero que ejerce como tal suele crear sucesos más o menos similares al que paso a relatar.

El ingeniero es un profesional que ha asumido mentalmente la exactitud de las cosas y no es nada amigo de las tolerancias. Dos más dos serán siempre cuatro. Nunca cinco ni tres coma noventa y ocho, por ejemplo. No hay posibilidad de diferencias en el resultado. Igualmente suele ser exacto en el lenguaje y exigir esa exactitud a los demás. Por tanto, la precisión  es norma de conducta de la mayoría de ellos. Esto es fruto de la educación recibida en su formación como ingenieros, con el trato continuo con asignaturas de ciencias y, en especial, con las matemáticas.

Frente a esto, el economista ha estudiado y se ha formado en las ciencias sociales y, aunque ha tratado bastante con las matemáticas, también lo ha hecho con la estadística  y las técnicas del muestreo, menos proclives a la exactitud matemática. Hablamos, por tanto, lenguajes completamente diferentes los economistas y los ingenieros.

En una ocasión hube de auditar una empresa cuyo gerente era Ingeniero. Para más información de Caminos. Este hecho no tendría mayor relevancia de no ser por lo que fue sucediendo en nuestros encuentros. Resumo algunos de los diálogos.

En mi primera entrevista y puesto que era la primera vez que esa empresa se auditaba, dediqué un rato a explicar a ese gerente, que estaba acompañado de dos de sus colaboradores, lo que era una auditoria.

-         Pero vamos a ver si le entiendo a usted –me dijo al cabo de un rato – su trabajo consiste en revisar la contabilidad para ver si está bien hecha y es correcta ¿no?

-         Sí, pero siempre que entienda usted por revisar tan sólo una parte. Es decir, el auditor no repasa el cien por cien de los apuntes contables ni mira todas las facturas.

-         Ah… no lo mira todo. ¿entonces cómo puede decir si está todo correcto o no? – prosiguió.

-         Vamos a ver. El auditor actúa básicamente por muestreo. Hay áreas que las ve por completo. Otras por muestreo.

-         Pero ¿qué porcentaje revisa? ¿El 80 o 90 por ciento?

-         Mucho menos de eso…

-         Pero, entonces usted no puede asegurar nada. Si solamente ve una parte, el resto puede estar mal.

-         Existe la ley de los grandes números y además el muestreo tiene sus técnicas.

-         No creo en eso…Entiendo que usted opine sobre lo que ve, pero nunca sobre lo que no ve…

-         Mire usted, si de  un universo de 10.000 facturas usted revisa, porgamos por caso, el 10% , es decir 1.000, ¡que ya es revisar! Los errores o diferencias que encuentre en esa muestra los puede extrapolar a la totalidad. Además, eso no se hace así de cualquier manera. Usamos métodos estadísticos determinados que ya tienen definidos tamaños de  muestras, forma de elegir los elementos, etc.

-         Pero como me va usted a convencer de que viendo solamente 1.000 facturas me va a aplicar el resultado a la totalidad…- siguió exponiendo- Pero bueno, cómo haga su trabajo no me importa. Es cosa suya. Pero ya hablaremos del Informe cuando termine. Yo siempre he pensado que la auditoria era la revisión de toda la contabilidad y las cuentas por parte de un experto. Pero, claro si usted me viene después diciendo que todo está bastante mal porque  vio una docena de facturas… Mire en ingeniería se hacen también auditorias de funcionamiento de instalaciones o de montajes y se trata de pruebas exhaustivas de la totalidad.

Al terminar mi exposición me preguntó sobre los días y horas en que estaría allí.

-    Esta auditoría la tengo presupuestada en trescientas horas, le dije.

-         ¿ Trescientas horas para ver una muestra de facturas? ¡Así se entiende lo que nos va a cobrar por el trabajo! Pero si son habas contadas en mi empresa. Mire usted, aquí compramos materiales, fabricamos y vendemos a unos treinta clientes fijos. Yo pienso que eso se hace en la tercera parte del tiempo que nos dice.

-         Mire la auditoría tiene muchas tareas  a realizar. No solamente ver facturas. Hay una programación y planificación previa, hay que revisar el control interno, hacer los muestreos, revisar documentos, hacer cálculos, hablar con personas de la organización, ver las existencias de los almacenes, conocer cómo han calculado los costes, revisar nóminas y seguros sociales, leer actas, etc., etc. Mucho más como puede ver que tener facturas en las manos.

-         Yo no tengo tiempo ahora, pero en mi casa llevo la contabilidad sin problemas. Y es bastante liada. Luz, teléfono, agua, alquiler, la chica, el butano, los colegios de los niños… y un montón de cosas más. ¡Y no es tan difícil! Le echan ustedes bastante cuento a esto…

-         ¡Bueno…! – respondí empezando a cansarme de aquel hombre y sus bobadas- ¿Supongo que se dará cuenta que una empresa es infinitamente más que lo de su casa?

-         Cuidado con los infinitos. No exagere. Claro que es más, pero no tanto más. Lo que quiero decirle que en mi empresa son cuatro cosas, habas contadas. Quizás en otras empresas todo sea más complejo. Pero aquí…lo realmente complejo son mis problemas con las máquinas, con el personal y con las incidencias de fabricación. Y, además, con el cobro a los clientes.

-         No dudo que eso sea importante, pero…

A estas alturas, el lector ya se habrá percatado de que habíamos entrado en un diálogo de besugos. Es decir, cada uno veía su parte. Pero aquel ingeniero me estaba repitiendo una escena ya vivida anteriormente, en varias ocasiones: nuestro trabajo de auditor era muy fácil y sencillo. Nada que ver con el suyo arduo y complicado. Pasaron los días y llegó el momento de la entrega del Informe. Y, como era de esperar, nuevas explicaciones por mi parte.

-         Pero ¿cómo puede dar usted –me decía acalorado – unos resultados de 25.000 euros cuando con mis cuentas damos casi 200.000? No lo entiendo.

-         Yo no se que cuentas habrá hecho usted…

-         Mis cuentas son como las de la vieja, pero no fallan nunca… -replicó – ustedes lo complican todo y sale lo que sale…

-         Nosotros hemos cogido su contabilidad, el balance y la cuenta de pérdidas y ganancias que sus contables nos han dado y sobre ella hemos hecho los ajustes que corresponden.

-         Bueno… lo de pérdidas y ganancias ya es una gilipollez. Siempre hacen lo mismo con el lenguaje. Lo destrozan. O son pérdidas o son ganancias. Las dos cosas a la vez no pueden ser. ¿Lo entiende?

-         Se llama así en el Plan de Contabilidad español y en el de otros países…

-         Pues está mal dicho.

-         Vale, pero se llama así, den positivo o negativo el resultado.

-         ¿Y eso de los ajustes, que es?

-         Mire, a grandes rasgos: ustedes no han aplicado las amortizaciones del inmovilizado, ni la provisión por insolvencias y, además, han llevado a inversiones partidas que son gastos. Le explico.

-         Pues explíqueme si puede…

 Durante unos minutos le expliqué resumidamente qué era eso de la amortización y lo de las provisiones. Fue inútil. No lo comprendía y solamente me hacía consideraciones totalmente alejadas de la praxis contable.


-         Sí, de eso ya me dijo algo el contable, pero le digo a usted lo mismo – continuó argumentando el ingeniero - Yo tengo máquinas de todo tipo, que valen un riñón. Están funcionando sin problemas y van a seguir así mucho tiempo. ¿por qué tengo que cargar como si fuera un gasto real un porcentaje de su valor? Eso es una falacia y ganas de enredar las cosas. Si gasto mil mis gastos son mil y punto. No mil cien porque a lo mejor se me estropea una máquina.

-         Es para distribuir en varios ejercicios, los que se estima que puede durar la máquina…

-         ¿Y quien sabe lo que va a durar? Tenemos un mantenimiento muy bueno y las máquinas casi son eternas…

-         Si, pero algún día pasarán a ser inútiles o inservibles y habrá que comprar otras. Y usted no va a considerar, entonces, todo el gasto de esa inversión como gasto de ese ejercicio. Daría un resultado muy negativo.

-         Mientras dura la máquina yo no me gasto nada en ella, luego no tengo que llevar nada a resultados. Está usted muy equivocado, economista…

-         Y usted machacará los resultados del año en que compre otra máquina. Es una medida de prudencia, que la práctica contable emplea, el distribuir su coste en varios ejercicios.

-         Le digo que no… Cuando pague mis compras o mis gastos lo apuntaré como gastos, igual que cuando cobre mis ventas, apuntaré mis ingresos. Esto es así. En lenguaje lógico y preciso, en lenguaje matemático…

-         ¡Acabáramos…! –terminé por replicarle.

Fue inútil y lo mismo pasó con las provisiones por insolvencias de clientes. Y tampoco entendía con su mente matemática y un tanto cuadriculada, eso de que las compras de tornillos, aceites o la energía eléctrica consumida en su taller no eran inversiones sino gastos. En fin…un caos…. Al final hubo de recepcionar los informes, protestando mucho y manifestando la pobreza de los argumentos de un economista auditor. Por cierto, profesión nacida muchos, pero muchos años más tarde que los grandes pilares de la ciencia y de la humanidad: medicina, abogacía e ingeniería, como me manifestó.

Realmente es complicado hacer entender a gentes de ciencias los diversos criterios de una materia, que no tiene nada de exacta en el sentido matemático, pero sí en sus fundamentos de la partida doble. Suele ser una mala cosa toparse con un gerente ingeniero, que ejerza de tal,  a la hora de auditar una empresa. Al menos, esa es mi experiencia.